Humor y Malignidad >>>> LAS PERICAS

Eran las 19H00, cuando  Virgilio Valero sacó el traje de su bolso para la actuación de esa noche. Primero se puso las medias de nylon, luego la enagua, el camisón, la falda y por último sus tacones. Entre risas puso el maquillaje en la mesa y comenzó a colocarse la pintura blanca en su rostro, se delineó los labios y les puso colorete rojo. “Así voy a parecer toda una diva”, expresó mientras repasaba sus diálogos y le daba las últimas indicaciones a sus 4 compañeros, pues los nervios no podían ganarle a la concentración.

Esta escena fue el preámbulo del estreno de “Las Pericas”, obra escrita por el dramaturgo cubano Nicolás Dorr, la cual muestra las contradicciones inmersas en la sociedad, como la lucha de clases sociales, la opresión sobre la gente de bajo nivel económico, el poder de la mitología y la religión encarnadas  en el diario vivir. El vestuario , los colores de fondo, el juego de luces y los implementos en la obra responderán como un símbolo de la división ideológica de los cubanos, teñida de sangre, durante el batistato y el castrismo, cuyo reflejo fue la división de la familia cubana en un plano histórico y político.

“Las Pericas”  se estrenó la noche del Sábado 22 de octubre por el Teatro Ensayo Gestus en el MAAC Cine, como un homenaje por sus 50 años y en ella participaron actores de gran trayectoria como Azucena Mora, Virgilio Valero, Bernardo Menéndez, Fernando Villao y Milton Gálvez. Además contó con la presencia del dramaturgo Nicolás Dorr, autor de la obra.

El montaje empezó en diciembre del 2009 y duró alrededor de seis meses, lo que demuestra la gran complejidad que representó la adaptación de la terminología cubana al entorno de los guayaquileños, así como la creación de implementos y la escenografía.

 “Uno de los mayores problemas que enfrentaron los actores fue hacer el papel de mujeres porque rompieron todas las medias de nylon durante los ensayos”, expresó entre risas Peggy Lindley, productora de la obra.  Esto muestra los grandes retos que son capaces de enfrentar. Sin embargo, la mayor complejidad reside en  interpretar al autor, debido a que conlleva identificar sus códigos, indicó el actor guayaquileño Fernando Villao, quien interpretó a una de “Las Pericas”.

El contenido de la obra es de gran significado para el dramaturgo Nicolás Dorr, pues es un ejemplo de lo que él experimentaba en su adolescencia como la masacre de ciento de cubanos por los socialistas totalitarios marxistas, invasiones a Cuba por parte de E.E.U.U, la pugna de los castristas por el tomar el mando del poder. Lograr plasmar con tan solo 14 años este contexto histórico- político  en Las Pericas,  lo convirtió en el dramaturgo más joven del teatro cubano. Muestra de esto es cuando las ambiciosas Pericas aclaman peyorativamente: “¡Rosa, sírvenos el desayuno ahora!, o quieres muramos de hambre…”, se apagan las luces  y cuando se prenden se observa a Las Pericas muertas a causa del veneno colocado en sus tazas.

“Lo que se ha tratado de representar y proyectar al público es ese juego cruel de la humanidad: el juego entre opresores y oprimidos”, manifestó Virgilio Valero. Esto se  observar en una escena, cuando Panchita (Virgilio Valero), le dice a la humilde Rosita (Azucena Mora) que no vale nada por ser una pobretona y que se ha convertido en un dolor de cabeza porque representa gastos. Aquí se puede reconocer la dominación que  ejerce una sobre  otra.

Valero añade que otro recurso técnico que resolvió resaltar en este trabajo, como director, es la escenografía. “Los colores blanco y negro de las telas de fondo pueden significar la bondad o la maldad, la paz y la guerra; hay sillas, escaleras hechas de madera o hierro, que pueden referir suavidad o tosquedad; esas virtudes y esos defectos se evidencian en la trama”.

Panchita, Serafina y Felina (Las Pericas) personifican la hipocresía, la avaricia, la exageración, el egoísmo, el interés; mientras que Rosa simboliza la humildad. En una escena Felina le comunica a sus hermanas: “Pasaré toda mi fortuna a Nerón, porque prefiero dejársela a un hombre de renombre antes que a cualquier chusma”.

Durante la presentación de la obra se observan una serie de perjuicios entre los estratos sociales altos y bajos como las apariencias,  la supremacía de las creencias, el abuso de poder; todos ellos enfrentados a la sociedad y la libertad en un juego casi cruel . También se puede notar la lucha dentro de un núcleo familiar enfermizo, como la misma sociedad que rodea a estas cuatro hermanas, una alegoría de la división social tan paranoica como absurda.

Para Carlos Tutivén, sociólogo y catedrático de la Universidad Casa Grande, alega que las características de esta obra también están presentes en la sociedad guayaquileña, pues aún existen esa clase de hostilidades tan “ilógicas y ridículas que solo sirven para que nos llamen retrógradas o cavernícolas”.

En definitiva, Las Pericas evidencia que el teatro es un gran juego, pues muestra al espectador una mezcla fascinante de instintos pavorosos y malignidad, que induce a una reflexión acerca de la situación actual de la sociedad.

“Me mantuvo a la expectativa de principio a fin, sobretodo Panchita, porque me hacía reír muchísimo”, señaló Karina Vargas, espectadora de la obra.

Al término de la función, Nicolás Dorr, entre aplausos y risas, señaló  sentirse muy agradecido y satisfecho por el espectáculo, además de que espera disfrutar de Guayaquil el mayor tiempo posible.

Mientras tanto, Virgilio Valero junto a Teatro Ensayo Gestus ya alistan sus maletas pues tienen  previsto viajar a Cuba este jueves promocionando esta magnífica puesta en escena, que sin duda alguna certificará  la calidad del teatro y el talento ecuatoriano.

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